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Ediciones Culturales: “Casita robada” es el libro sugerido de la semana


“Son pinceladas de una familia de inmigrantes italianos, que se dedicaron al vino, que se hicieron la América y que después vieron qué se podía hacer con eso. Siempre atravesados por la historia del país y todo contado desde adentro de la casa”. Así describe Josefina Cerutti, autora de Casita robada, el libro que esta semana recomienda Ediciones Culturales.

Se trata de una crónica en primera persona, que comienza con el bisabuelo piamontés, Manuel Cerutti, quien en 1927 fundó la empresa Bodegas y Viñedos de Manuel Cerutti. Tras su muerte, la casa familiar fue heredada por su hijo, Victorio.

“La casa grande fue nuestra cuna. La misma cuna donde Victorio y Josefina mecieron a sus hijos: Horacio Tati, Jorge Coco (mi padre), María Beatriz Modesta Malou y Juan Carlos, el Buby Cerutti. Y a sus catorce nietos”, relata la autora,  en el inicio del libro, cuando se empieza a dibujar un árbol genealógico que, por momentos, se parece al de los Buendía en Cien años de soledad.

En la madrugada del 12 de enero de 1977, un grupo de paramilitares irrumpió en la casa que Victorio Cerutti. La “casa grande”, como le decían en familia a la propiedad, también incluía las casas de los jornaleros y contratistas, como la finca de casi 30 hectáreas de viñedos y frutales. Esa misma madrugada, otro grupo de paramilitares también asaltó la casa, siempre dentro de la finca de Victorio Cerutti, donde Malou, hija de Victorio, vivía con su marido Omar Masera Pincolini y sus tres hijos. A Omar también lo secuestraron. Ninguno de los dos, ni Omar ni Victorio, volvieron a casa. Los dos integran la lista de los 30 mil desaparecidos de la dictadura. A los tres meses del secuestro, la finca apareció con otros dueños, que siguieron con el proyecto de hacer un barrio cerrado, que había empezado Victorio con su sociedad Cerro Largo SA.

A las calles del barrio que les pusieron los nombres como Honor, Caridad, Amor, etc. El barrio se llamó Will-Ri, que reproducía las primeras sílabas de los nombres de Federico Williams por Francis William Whamond, torturador de la Escuela de Mécanica de la Armada, y de Jorge Radice, también militar torturador de la ESMA.