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Juventudes y redes sociales: “Lo primero es generar un vínculo de confianza”


Esta es la clave para prevenir posibles consumos problemáticos y navegar en el mundo virtual con tranquilidad y mirada crítica, según aseguró Facundo Cócola, coordinador del área de Prevención del Plan Provincial de Adicciones de Mendoza.

El uso de las diferentes redes sociales a nivel mundial se ha visto incrementado significativamente en los últimos años a raíz a de la pandemia que, al imposibilitar el contacto físico entre personas, dio lugar a un aumento en la cantidad de usuarios de internet como de horas de consumo.

Sin embargo, más allá del retorno a la normalidad, es innegable que las redes continúan formando parte de la cotidianidad de la mayoría de las personas, quienes las utilizan tanto para estar en contacto con amistades como para desenvolverse en el ámbito laboral, conocer gente o simplemente para distraerse en sus momentos de ocio. 

Sin embargo, un uso desmedido o poco adecuado de estas plataformas, en ocasiones, supone riesgos, sobre todo para las infancias y adolescencias, quienes, por su gran afinidad y facilidad de manejo de la tecnología, tienen mayor predisposición a exponerse a prácticas peligrosas.

Esto se debe a que esa franja etaria, por las características madurativas propias de la edad, atravesada por cambios físicos y emocionales constantes, se encuentra más vulnerable a verse afectada en actividades peligrosas, como los desafíos virales, tan populares en estos tiempos.

Mendoza no es ajena a esta situación y es común escuchar a jóvenes comentar o consumir videos provenientes de distintos lugares del mudo que muestran a sus pares llevando a cabo alguna de estas prácticas. Pero estos juegos que se replican por diversión pueden resultar perjudiciales si atentan contra la salud de las y los menores que los realizan.

Ante estas inquietudes, dialogamos con Facundo Cócola, doctor en Psicología y coordinador del área de Prevención del Plan Provincial de Adiciones de Mendoza.

El primer interrogante a dilucidar es ¿por qué resultan atractivos estos desafíos para los/as usuarios? ¿Qué tipo de sentimientos suscitan en las personas y qué buscan obtener al ponerlos en práctica? Cócola reflexiona que “las redes sociales en sí tienen algo que engancha a las personas, funcionan básicamente para eso, para generar el enganche, ser atractivas y estimulantes. Y, en lo comercial, funcionan para que las personas estén cada vez más involucradas en lo que se propone.

“Puntualmente con el tema de los desafíos, entiendo que los adolescentes están en un momento de construcción de su personalidad, de su identidad. Empiezan a ver dónde pueden resaltar o destacar, y estos desafíos pueden ser una prueba para eso, para resaltar en su entorno, más allá de que tenga las particularidades dadas en cada situación”.

Sin embargo, no se trata de una consecuencia netamente generada por las redes sociales sino más bien de un comportamiento intrínseco a la especie humana, sumado a la particularidad de que los fenómenos sociales son multicausales. En este punto, Cócola puntualizó en que “así como ahora hay desafíos de Tik-Tok, en otros momentos había otros tipos de desafíos. La competencia estaba siempre entre nosotros y es propio de los adolescentes, de los niños, inclusive también a veces del mundo adulto, jugar un poquito con esas cosas”.

¿Por dónde comenzar con la prevención? 

“Lo primero para prevenir cualquier tipo de riesgo en la sociedad asociado a la salud mental es que se desarrollen vínculos de confianza entre madres, padres e hijos, entre la familia y la persona en desarrollo. Si se genera un vínculo de confianza estable, seguro, siempre el niño o niña va a tener un lugar donde ir a consultar, donde abrirse, donde contar sus miedos, sus dudas, sus inquietudes, y entender que el mundo es un lugar seguro y que puede seguir explorándolo con tranquilidad y que va a haber alguien que lo pueda apoyar en caso de ser necesario”.

Para Cócola, fomentar el pensamiento crítico en las infancias y adolescencias es una herramienta crucial a la hora de prevenir. Para ello, es fundamental que quienes ejercen las tareas de cuidado de menores reflexionen y formen su propia posición crítica para transmitir las recomendaciones adecuadas desde el conocimiento y la responsabilidad.

“En sí, el problema no son necesariamente las redes sociales o el desafío, más allá de que pueda haber desafíos sumamente peligrosos que pongan en riesgo la vida de alguien, que son los menos. En su mayoría son muy divertidos. El problema es qué lugar ocupa el mundo adulto para poder cuidar, guiar y acompañar”, afirma.

Entonces, ¿de qué manera fomentar el pensamiento crítico?

“La mejor manera es con la compañía de un adulto, no dejarlo que piense sola/o, sino acompañar el proceso de pensamiento junto con ella/él y permitirle que desarrolle su pensamiento autónomo. Esto quiere decir que no piense exactamente como yo, sino que aprenda a pensar, a generar su propio raciocinio, su propio juicio”.

¿Existen signos o señales de alarma que permitan identificar una posible adicción al consumo de redes?

“A veces se piensa como señales de alarma exclusivamente cuál es la relación que se está teniendo con ese objeto, si se está usando mucho o poco y si bien eso es un signo. Hay otras situaciones previas a tener en cuenta. Una tiene que ver cómo está de ánimo la persona, si se está aislando o está teniendo vida social en otros lugares, si está expresando o no sus emociones, si no puede regularlas, si encuentra otros lugares de pertenencia”.

Facundo Cócola considera que cuando la suma de estas cosas comienza a flaquear, ya hay una señal de alarma que se relaciona con la salud mental de las juventudes, que pueden caer en algún tipo de vulnerabilidad, aunque esto no implica que necesariamente caigan en algún tipo de consumo. “Hay que estar atentos a esos indicadores y ver cómo se relacionan con la tecnología puntualmente, si se vincula de forma excesiva, si se enoja mucho si se lo quieren sacar, si todo gira un poco en torno a eso”, explica.

Por otro lado, Cócola profundiza en el rol que se lleva a cabo desde el Gobierno de la Provincia en cuanto a programas de prevención y asistencia dirigidos a las juventudes. Asegura que las medidas son variadas y dependen del ámbito en el que se desee trabajar y que, actualmente, el Departamento de Salud Mental se enfoca la reducción de daños.

“No podemos vivir en un mundo sin tecnología, porque eso ha estado y seguirá estando, pero podemos vivir en un mundo donde la tecnología no sea problemática, donde nuestra relación con la tecnología no sea problemática y donde haya otras cosas además de, exclusivamente, esos tipos de consumo o estímulos”, reflexiona el profesional. Por ese motivo, se trabaja en conjunto con las escuelas de la provincia para habilitar “canales de expresión emocional, de vinculación social, que se generen climas institucionales que sean emocionalmente amigables para las personas”. Esto lograría una conexión más cercana dentro de la comunidad educativa, sin la estricta mediación del mundo tecnológico.

Asimismo, Cócola destaca que muchas veces el uso de la tecnología en adolescentes puede considerarse problemático debido a la cantidad de horas que pasan frente a las pantallas, en cierto modo ausentes del mundo real. Sin embargo, hay que analizar: la contracara de esta situación: “Hay algo que el mundo virtual le está dando que el afuera no se lo está dando”, sostiene.

Esta situación no es menor, si consideramos que muchas veces pertenecer a una comunidad de seguidores hacia un streamer o hacia un juego confiere entidad a las adolescencias. En palabras de Cócola, “se siente alguien ahí, se siente parte, se siente querido, se siente considerado. Entonces no va a ser fácil que quiera salir de eso, moverse de ahí, si no hay en el afuera algo que sí se lo propicie”.

También es importante tener en cuenta que, históricamente, las juventudes han sido señaladas como personas problemáticas, ya sea por su rebeldía natural o por sus hábitos de expresión y consumo, como fue el rock hace algunas décadas o las redes sociales en la actualidad. Pero es interesante corrernos de esta mirada y focalizar en el contexto social en el que las infancias y juventudes están insertas.

“Hay que pensar qué mundo se les está generando, en qué mundo están viviendo, qué se quiere que hagan ellos con el mundo que les estamos ofreciendo”, reflexiona Facundo Cócola. Además, resalta que la conexión social no es fácil en una sociedad en la cual quienes se encargan de las tareas de cuidado, a su vez deben trabajar muchas horas fuera de casa para generar ingresos económicos. La falta de integración social se suma a las múltiples crisis, algunas propias de las adolescencias, y otras, generadas por el entorno.