Megajuicio: nuevos testimonios cuestionan el accionar de jueces


La segunda jornada prevista para esta semana en el IV Juicio por delitos de lesa humanidad se desarrolló hoy en el primer piso de Tribunales Federales. La audiencia  debate contó con los testimonios de  Fanny Lina Roitman, Julio César Rojas y Atilio Rosario Spinello.

Fanny Roitman declaró sobre la detención ilegal sufrida por su hermano Roberto Roitman, quien prestó declaración la audiencia pasada. De esta manera, la testigo relató al Tribunal las circunstancias en la que se produjo el hecho, ocurrido en enero de 1977 y ahondó sobre las denuncias y las acciones realizadas por la familia Roitman ante la Justicia Provincial para dar con su hermano.

En este sentido, la testigo refirió sobre dos ocasiones en la que se presentó ante el exjuez Gabriel Guzzo. En una de ellas, recordó al exmagistrado con una lista de nombres de personas detenidas a partir de lo cual supo que Roberto no tenía causa penal. Sobre este hecho, la testigo ofreció al Tribunal una carta redactada por el abogado Washington Lencinas dirigida al exjuez Guzzo para interceder por Roberto. Este pedido no tuvo respuesta.

Fanny prosiguió su relato sobre las denuncias realizadas en diferentes comisarías de la provincia. “En una ocasión no nos tomaron la denuncia porque no tenían birome”, recordó la testigo.

Con el paso del tiempo, la familia Roitman supo por intermedio de una persona que había estado en cautiverio, que Roberto se encontraba en el D2. Roberto Roitman recuperó su libertad tras permanecer un mes en cautiverio.

Seguidamente, Julio Rojas declaró sobre su detención ilegal sufrida en el mes de noviembre de 1975 junto a su hermano Joaquín. Para entonces, Julio tenía veinte años, era estudiante del segundo año de Medicina y militaba junto a su hermano en el Peronismo de Base.

El relato de Julio reconstruyó el violento allanamiento e interrogatorio realizado en su vivienda por civiles encapuchados. Tras esto, Julio fue trasladado a la Policía de Investigaciones, donde reconoció la presencia de varios compañeros de estudios, entre ellos Moriñas y Perdomo.

A los días se produjo un nuevo traslado a la comisaría 7ma de Godoy Cruz. Según relató el testigo, desde este centro clandestino de detención era llevado a un lugar que no logró identificar, donde sufrió vejaciones y simulacros de fusilamiento. “El procedimiento consistía en querer transformarte psicológicamente”, recordó y ahondó sobre un episodio ocurrido en la 7ma, donde Moriñas recibió una fuerte golpiza tras lo cual dejó de verlo.

Posteriormente Julio fue trasladado a la 8va Brigada de Montaña, donde fue interrogado en reiteradas ocasiones por una persona de acento porteño, encargada de las sesiones de tortura. Además recordó la presencia de un médico que constató sus heridas y la quebradura de dos de sus costillas. Luego de dos semanas, Rojas fue trasladado a la Penitenciaría Provincial. “Ahí empezó el régimen de veintidós horas de encierro por dos de recreo”, recordó Julio.

En el mes de diciembre fue trasladado al Juzgado Provincial junto a otras tres personas – entre ellas Walter Hoffman – donde le informaron que quedaba en libertad. Sobre este episodio, supo con posterioridad que la persona encargada de darle este aviso era el exjuez federal Luis Miret. De la misma manera declaró que los diferentes habeas corpus presentados por sus familiares fueron sistemáticamente rechazados.

Tras recuperar la libertad, Julio fue cesanteado en la facultad y debió rendir un examen de readmisión para continuar la carrera. “Recuerdo que una materia tuve que rendirla seis veces; la persona que me aplazaba pasaba listas negras en donde figuraba mi nombre”, recordó Julio, que recuperó la libertad en diciembre de 1977. Tres meses más tarde, corrió la misma suerte para Joaquín.

El último testimonio de la jornada fue brindado por Atilio Rosario Espinello, secuestrado el 25 de abril de 1978, tras un allanamiento en el que le sustrajeron todos sus bienes personales y herramientas de trabajo vinculados a la fotografía profesional.

“Estuve en un sótano, amordazado a una cama donde fui torturado con picana eléctrica”, declaró Atilio al detallar la violencia padecida en cada sesión de tortura. El testigo no logró precisar el lugar donde se produjo su cautiverio, y denunció que su secuestro fue realizado por personal del ejército en colaboración con la policía de Mendoza.

Sobre su detención, el testigo desconoció los motivos que la motivaron, sobre esto expresó: “era una persona peligrosa porque usaba barba, me gustaba ayudar a las personas y pensaba diferente”.

Con respecto a las gestiones realizadas por sus familiares, Atilio afirmó que la denuncia de hecho se realizó en diferentes comisarías provinciales. Tras nueve días de cautiverio recuperó su libertad; permaneció con custodia policial y recibió numerosas amenazas por lo cual decidió salir del país; vivió 20 años en un monasterio en la India, y regresó hace unos meses a la provincia. Cerró su testimonio afirmando que nunca recuperó sus pertenencias y consideró el aparato represivo de la época en donde “los jueces fueron cómplices de la omnipotencia que se adjudicaron los militares”.

Finalmente, a pedido del presidente del Tribunal,  Alejandro Piña, la etapa testimonial continuará el próximo lunes 18 y martes 19 de mayo a las 9.30 en el primer piso de Tribunales Federales.