TEC – Traumatismo Encéfalocraneanos


El trauma craneoencefálico o encéfalocraneano es la principal causa de muerte en víctimas que sufren un trauma.

Cerca del 60 % de las víctimas de un accidente vial presentan un traumatismo directo de cráneo o lesiones indirectas sobre su cerebro.

Corresponde habitualmente a adultos jóvenes involucrados en accidentes de vehículos a motor, donde no pocas veces va asociado a intoxicación alcohólica o drogas.

La gravedad de este peligroso traumatismo está dada por el delicado órgano comprometido en el mismo, el cual cumple vitales e irreemplazables funciones.

Ante la presencia de una víctima que ha sufrido un TEC, es vital aplicar un rápido y eficiente cuidado, en el mismo escenario. Esta actitud marcará la diferencia entre una pronta recuperación o la presencia de graves secuelas neurológicas.

Entre otras causas que pueden producir este tipo de daño podemos citar: las caídas, los accidentes deportivos, asaltos, golpes con algún elemento contundente, heridas por arma de fuego, etc.

Siempre se debe asumir que toda víctima con lesión craneoencefálica, puede tener asociada una lesión de la columna cervical, por lo tanto se tomarán todos los recaudos necesarios para protegerla, inmovilizándola hasta que un médico la descarte a través del control radiológico ineludible.

El daño, producto del accidente, dependerá de la velocidad con la cual se desplaza la cabeza, de la altura en que se produce la caída o de la masa que posee el elemento que la golpea.

Por lo tanto un traumatismo de cráneo puede provocar:

  • Rotura del hueso (Fractura de Cráneo).
  • Lesionar el cerebro, aún con ausencia de fractura, (Contusión cerebral).
  • Hemorragia intracraneana (Hematomas: epidural o subdural).

Las víctimas con traumatismo de cráneo, puede presentar distinto tipo de lesiones desde muy evidentes, con lo cual se confirma el diagnóstico, o muy sutiles que pueden pasar desapercibidas por el auxiliador.

Signos evidentes:

  • Pérdida de conocimiento inmediata.
  • Hundimiento de cráneo o deformación del cuero cabelludo.
  • Aparición de sangre o líquido claro (líquido cefaloraquideo) por nariz, oído o boca.
  • Herida en la cabeza con restos de fragmentos óseos o masa encefálica.
  • Convulsiones, sin antecedentes previos.
  • Confusión o desorientación.
  • Parálisis de las extremidades.
  • Respiración irregular.
  • Diferencia pupilar.