
Dispositivos, psicoanálisis y salud pública
El juego en el niño
El tiempo de la infancia es un tiempo que no es cronológico, no depende tanto de la edad como de la manera en que el sujeto se posiciona en el discurso.
El niño nace como objeto de los que lo traen al mundo, en un comienzo no es un sujeto responsable por su acto. Todos hemos entrado al mundo como objeto del deseo de otros y hemos sido tocados por sus palabras.
Poder separarse de ser objeto de los padres y perder algo de sí mismo, en consecuencia, es todo un trabajo psíquico en la infancia. El papel del juego es fundamental en esa operación de separación. El juego es una respuesta singular a la pérdida que allí se genera. Es en ese vacío que surge ese pequeño objeto al que el niño se aferra.
¿Porqué será que el niño necesita agarrarse de ese objeto al que llamamos juguete?
El Fort Da
El Fort Da es el juego inaugural del niño que Freud toma como ejemplo en sus Obras Completas.
Describe allí un niño de año y medio que ante la partida de su madre solía arrojar lejos de sí todos aquellos pequeños objetos de los que podía apoderarse. Mientras solía producir un “o o o” que al parecer de la madre y de Freud no correspondía a una interjección sino que significaba “fuera“ (fort).
Freud observó que todo aquello era un juego inventado por el niño y que éste no utilizaba sus juguetes más que para jugar con ellos a “estar fuera”.
Más tarde presenció algo que confirmó su suposición: el niño tenía un carretel de madera atado a una cuerdecita y teniéndolo por el extremo de la cuerda lo arrojaba con gran habilidad por encima de la barandilla de su cuna forrada de tela haciéndolo desaparecer por detrás de la misma. Lanzaba entonces su significativo “o o o” y tiraba luego de la cuerda hasta sacar el carretel de la cuna saludando su reaparición con un “aquí”: “Da”.
Lacan interpreta ese juego diciendo que ese primer significante Fort no puede producirse sin que algo allí se hubiese perdido, y concluye que es la ausencia de la madre lo que genera la repetición Fort Da. Ubica la marca de la ausencia en el Fort y la significación en el Da.
A su vez el carretel figura ”eso” que el niño era para la madre y representa el desprendimiento. Lo que se desprende allí, dice Lacan, es una pequeña cosa del sujeto.
El Fort Da entonces es un juego estructural, el primer juego, donde se ve que hay que perderse como “eso que era” para el Otro para advenir sujeto.
Vemos que el juego muestra el trabajo del niño para salir de la posición de objeto del Otro con la que llega al mundo.
La conclusión de Lacan es que es con su objeto que el niño salta el foso creado por la partida de la madre y empieza el encantamiento.
El juego como apuesta
Podemos inferir entonces que la causa del juego es la ausencia de la madre. En la hiancia que genera la falta de la madre, en su ir y venir, el niño puede crear. El juego necesita de ese espacio vacío para desarrollarse.
La madre no es toda, no puede satisfacer a pleno la demanda del niño. Es allí, en esa imposibilidad de satisfacción de su demanda que nace el germen del deseo. El niño sustituirá la experiencia dolorosa de la pérdida por la satisfacción del juego.
Es en la aparición y la desaparición de la madre, que emerge como un conejo del fondo de una galera, ese pequeño objeto que va a poblar la angustia del niño, el juguete.
En ese espacio en el que se aloja la angustia propia del sentimiento de desamparo también se aloja la respuesta. El niño mismo apuesta a la vida creando un objeto en el vacío que dejó su madre.
El juguete es lo que va a ocupar el vacío introducido por la ausencia de la madre, ese invento con el que el niño responde a un desamparo primario.
El papel de las ficciones
En el juego el cuerpo, si bien está comprometido, queda fuera de la escena como cuerpo propio. Se trata de representaciones, no de la presencia de lo real del cuerpo. O sea que el juego implica también la salida del autoerotismo, la sustitución metafórica e incluso, a veces, la apertura al lazo social.
En el juego el niño borda los sueños que lo acompañarán en la vida, el tejido de sus ficciones se hace en torno a fijaciones muy tempranas que condicionarán el rumbo de su satisfacción. Hay una relación entre el juego del niño y la fantasía del adulto.
Cuando un niño no puede jugar hay algo perturbado en su constitución subjetiva. En nuestra clínica cotidiana vemos casos en los que el niño queda atrapado siendo él el juguete materno, sin desprenderse o con la imposibilidad de armar una ficción para bordear un agujero que no se ha constituído.
Pero más allá de las patologías existe un fenómeno de la época. La nube de ficciones pret a porter que hoy se le ofrecen al niño a través de las pantallas pueden entorpecer su capacidad de invención. El niño puede quedar como un espectador anonadado, consumidor consumido de las imágenes 24/7 sin interrupción.
Fascinados ante las pantallas los niños dormitan el deseo que empuja a la creatividad. La pantalla funciona como un Otro que es voz y mirada sin cuerpo. El niño está expuesto desde muy temprano a las zonas digitales sin fronteras ni intervalos, los vemos aprender a hacer scroll con el celular antes de emitir palabra.
La oferta de juegos programados en vez de generar el espacio necesario para atrapar lo nuevo pueden dejar al niño nuevamente en posición de objeto sin que pueda descontarse del espectáculo del mundo.
Nuestra posición no es la de nostalgia del tiempo pasado sino la de estar a la altura de la subjetividad de la época.Estar atentos, si estamos advertidos del peso de apuesta necesaria que tiene el juego en la vida de un niño, ocuparnos de darle el espacio que esa actividad merece.
Bibliografía
S Freud, Obras Completas, “ Más allá del Principio del placer”, Ed Amorrortu, Bs As
S Freud , Obras Completas, “El poeta y la fantasía”, Ed Amorrortu, Bs As
JA Lacan , El Seminario , Libro lV, “ Las relaciones de Objeto” , Ed Paidós, Bs As
JA Lacan, El Seminario, Libro XXI, “Los cuatro conceptos fundamentales”, Ed Paidós, Bs As
Mirta Berkoff
AME de la EOL
Miembro de la Asociación Mundial de psicoanálisis
Co responsable de La Nueva Red Cereda en Argentina
Miembro de la comisión de organización del departamento del niño en el discurso analítico “Pequeño Hans”
Docente del Instituto Clínico de Buenos Aires (CdeBA)