Entrevista

Entrevista / Multientrevista

A(r)mar el juego

Entrevista a Ernesto Arroyabe

Desde Tierra de Mounstruos entrevistamos a Ernesto Arroyabe. Educador popular, narrador oral y, en los papeles, “Profesor de Educación Física y Deportiva”. De su larga trayectoria en el ámbito del juego y la recreación concibe la idea de narrar historias de juegos antiguos, como si fueran cuentos, para llevarlos a la acción y convertirlos en movimiento.

En este artículo compartimos ideas acerca del juego y del jugar.

“En la infancia había un ejercicio intenso de juego autónomo” dice, “organizarnos entre pares para poder jugar, en la calle, en el club, en los veranos, en la pileta. Ha sido una experiencia intensísima de socialización, de organizar e inventar juegos… eso me ha dado un bagaje y una experiencia riquísima que explica cosas que si no son difíciles de entender”.

¿Qué es el juego?
Eso empieza con mi apreciación sobre la palabra, fue el mayor obstáculo que tuve cuando empecé a dedicarme sistemáticamente al juego, la polisemia desbordante de la palabra. Si vos hoy me decís “juego”, yo te tengo que preguntar “¿en qué sentido?”.
El juego es una forma de apropiación de la realidad y cuando se aporta una definición, sobre todo en el área de la psicología, se piensa primero en un juego infantil, pero creo que no sólo es el juego infantil, también los adultos apelamos al juego o a situaciones de juego para apropiarnos, para acercarnos a aspectos de la realidad en los que tenemos dificultad o interés.
Otra definición, muy fructífera, es que para la teoría matemática el juego es una situación de enfrentamiento de estrategias. Es decir, se da una situación de juego cuando los sujetos tienen estrategias que confrontan.
Es bueno volver a las reflexiones de los griegos en las que podemos distinguir el juego infantil de libre creación (eso que es una actividad en sí) de lo que llamaban agón, un juego más estructurado, con una actividad, con una dificultad a superar, con determinadas reglas. Separaban también a los juegos de imitación, de tipo dramático, en los que hay un “como sí”. Es valiosa esta distinción, pero en la práctica no es rígida, porque cuando nosotros abordamos un juego típicamente agonista es muy común que lo hagamos representando un personaje, que tengamos una actitud dentro del juego que no es típicamente la que tenemos afuera. Y, tal vez lo más valioso de todo esto, es que ellos separaban el alea, los juegos de azar, aquellos en donde la habilidad, el desempeño y demás están absolutamente nivelados porque todo depende del azar, como tirar monedas al agua o tirar dados. Hay muchos juegos en los que el azar se combina con algún grado de estrategia, pero otros son puro azar. En este sentido, adhiero a la separación tajante que hace la antropóloga argentina Graciela Scheines, que sostiene que en este tipo de juegos se invierte la relación, el jugador no es sujeto, sino objeto del azar.
Entonces, yo no podría dar una sola definición de juego…
Puedo decir, también, que el juego es una actividad que nos involucra plenamente, que nos involucra corporalmente e intelectualmente, y este modo de estar es muy interesante. Tiene que ver con que el juego transcurre en un espacio y con una lógica que no son cotidianas. El espacio y el tiempo del juego son propios del juego.

Pero no encuentro alguna definición que aborde todo esto y, sinceramente, a esta altura ya no la busco. Prefiero usar estas distintas definiciones, estos diferentes instrumentos de análisis según las situaciones. Puede parecer pragmático, pero me resulta más útil que tratar de cuadrarlo en una sóla definición.

¿Qué se habilita por medio del juego?
En primer lugar permite abordar y procesar aspectos de la realidad en un espacio y tiempo particular. También habilita la expresión, el comunicarse con otros en ese tiempo y en esa lógica; se habilita todo un mundo.
El juego permite hacer analogías, entendiendo como análogo una situación que contiene algunos rasgos, los rasgos principales de aquello que queremos representar, pero que no es el todo, es una representación limitada.

¿Cuál es el rol del coordinador de juegos?
Esto merece una distinción previa y muy brutal, yo no creo en la horizontalidad, no somos todos iguales, hay una relación de adulto-niño por ejemplo, de quién está más formado, conoce más de una actividad o de una situación y conduce a los demás, y la coordinación es una de las formas posibles, sería una forma de relación más blanda y flexible, más cercana que la de dirigir o ser docente en una actividad. Pero no es un elogio que sea más blanda o cercana, a veces es necesario, pero depende del grupo y de la tarea. Por ejemplo, no cabe para nada que la relación entre el guía de una balsa de rafting y los tripulantes sea de debate durante la actividad; en una colgata de montaña hay alguien que guía, ese decide y se hace cargo de sus decisiones. En otras situaciones podemos tener otro tipo de relaciones.
Además lo del coordinador del juego suele ser necesario pero no imprescindible, hay grupos que pueden de manera autónoma armar el juego como lo hacíamos en la niñez, y otros que no.
Ahora, hay una cosa que pasa con esto de las jerarquías adentro de un grupo y de la competencia, si nosotros proponemos que se dirijan ellos, observamos que rápidamente surgen asimetrías, procesos de liderazgo que pueden ser positivos o negativos, que pueden ser rígidos y estereotipados o facilitadores de lo creativo. Pero en la dinámica de la actividad lo que surge no es la horizontalidad, puede que sean democráticos, pero no son todos iguales.

¿Han cambiado los juegos o la manera de jugar?
Sí, ha cambiado la manera de jugar. En la evolución de la cultura hegemónica hay un peso muy grande del individualismo y de la meritocracia, que se expresa en el juego en una competencia con tendencia destructiva, con violencia física y simbólica. Pero, si bien esto es lo predominante, no es lo único, también hay espacios donde se construyen otras cosas, espacios comunitarios, espacios de cultura que florecen a contracorriente. Pero lo dominante es una expresión del individualismo y la meritocracia. El individualismo pesa mucho en cuanto al empobrecimiento, al estar más aislado todas las actividades que tienen que ver con la interacción la creación colectiva tiende a empobrecerse.
El surgimiento de los juegos en soporte electrónico o digital es un cambio inmenso y al mismo tiempo me atrevería a decir que no representa ningún cambio, porque está anclado en la representación. Tienen un soporte distinto, tienen dinámicas mucho más dúctiles, de una diversidad mucho mayor, antes jugábamos con líneas y dibujos, incluso con fotografía, pero los videojuegos están en el plano de la representación, están en el plano de la relación entre la acción y sus representaciones. Es cierto que esto tiene una frecuencia, una flexibilidad infinitamente más libre, yo creo que es muy positivo más allá de que tenga malos usos.

¿Por qué es positivo?
Primero, tienen una enorme influencia de los juegos acrobáticos, la representación del movimiento humano que brinda el cine en cámara lenta es inigualable, y esto es parte de la explicación de la enorme difusión y del enorme progreso masivo de lo acrobático, de lo que hace unos años era propio de los acróbatas del circo y hoy es una actividad que realizan millones de chicos. En mi opinión, una de las explicaciones de esto es la película en cámara lenta que permite una comprensión del movimiento que es inigualable. La otra vertiente es que la representación electrónica tiene una enorme flexibilidad, permite inmensas posibilidades y por lo tanto hay inmensas posibilidades de interacción entre lo psicomotriz y su representación. Está poco explotada y tan mal direccionada que tiene una lógica mercantil y no habla del enriquecimiento de la actividad, pero el potencial es maravilloso.

Suponiendo que hay una deficiencia en el juego autónomo ¿Qué consecuencias aparejaría en la niñez y en lo cultural?
En la niñez hay un déficit de juego reemplazado por actividades contemplativas, mirar películas, mirar videos y muchos de los jueguitos de la computadora que en realidad no son video juegos. Además pesa mucho la rutina, son factores que implican un empobrecimiento en cómo se va constituyendo el sujeto.
Hay mucha menos interacción personal, cara a cara, eso produce empobrecimiento. Quienes trabajamos con niños vemos que los grupos tienen mucha menos capacidad para regularse, para auto regularse, para proponer. Tienen mucha menos iniciativa porque hay muy pocas experiencia para tener iniciativas, para tomar decisiones; tienen mucha menos experiencia en relacionarse entre ellos, en establecer sus actividades y resolver sus conflictos. Es decir: hay carencias muy importantes en la socialización porque el espacio de juego autónomo y la actividad autónoma tienen un rol decisivo en ese proceso.
Los grupos establecen sus propias reglas y velan por sus castigos y sus premios, esa es una socialización invaluable que hoy está en merma. Los niños dependen de los adultos todo el tiempo. Eso también empobrece culturalmente porque la capacidad de imaginar, de crear no se pone en práctica, no se activa.
Hoy la Sociedad Pediátrica Argentina asegura que hay una epidemia de sedentarismo y sobrepeso infantil. Este sedentarismo implica empobrecimiento psicomotor y no hay perspectivas de que esto vaya a cambiar, ya que nuestro pensamiento operativo se construye a partir de las experiencias motrices y vivencias, las reflexiones y la transformación individual en base a esas experiencias. Entonces vemos a niños que llegan a la vida adulta con un bagaje motriz, de funciones y representaciones muy pobres, muy estrechas.

Además hay un problema que es viejo, la infantilización del juego, que remite al juego como una actividad propia de la infancia y entonces el adulto no juega, el adulto tiene que estar con una actitud seria ¿cómo va a jugar? Lo que provoca esto es que los adultos que juegan lo hagan a escondidas. Yo suelo empezar mis actividades, los talleres de juegos con adultos en formación, tirando a quemarropa la pregunta ¿Cuándo dejaron de jugar? , que es una pregunta que también me hicieron y me marcó. Enfrentados a esa pregunta muchos descubren que aún siguen jugando pero lo hacen buscando excusas, los hijos y los nietos son excusas para poder jugar. Pero en realidad hay un déficit de juego que implica un déficit de actividad expansiva, de actividad creativa.

¿Cómo entra el juego en la dinámica familiar?
Desde siempre la relación del juego y la familia ha estado interferida por esto de considerar al juego como actividad propia y casi exclusiva de los niños. Entonces había algunos momentos, cuando los padres tenían tiempo, que se ponían jugar con los hijos, no todos, no muchos, siendo sinceros. En general se da esta desvalorización de la actividad del juego para los adultos. Aunque antes los momentos con los hijos estaban previstos, eran tiempos marginales, el tiempo sobrante. Puede haber, por supuesto, muchas diferencias entre las familias, pero la actividad del juego no estaba sistematizada ni presente.
Hoy la situación ha empeorado porque todas las relaciones interpersonales se han ido empobreciendo por el crecimiento del individualismo, por la presión pragmática del logro económico. El consumismo termina produciendo situaciones en que los objetos en vez de mediar las relaciones suplantan al otro. Un objeto puede ser un juguete, y mediar la relación interpersonal, enriquecerla, pero cuando yo lo que quiero es adquirir, adquirir, adquirir la relación termina siendo con el objeto. O sea, ni siquiera con su uso, porque se compran cosas que no se usan. Se usan una sola vez, se guardan y después se compran otras. Entonces yo creo que hay un empobrecimiento. Un ejemplo es la desaparición de instituciones y organizaciones del ámbito de la cultura, el empobrecimiento de la vida de las Bibliotecas Populares. No sólo el juego, todas las actividades culturales que han sido reemplazadas por el paseo de compras ¿Voy a ir a jugar o voy a ir a comprar?

¿Cuál es la relación entre la narración y el juego?
Un juego tiene su propio tiempo y su propia lógica, esto se puede sintetizar diciendo que tiene su propia historia, cada juego tiene una historia, y lo que la historia reclama es ser narrada. Ser expresada como un relato que va describiendo lo que sucede, sus relaciones de causa-consecuencia, sus resultados, sus momentos de tensión, sus resoluciones. Y lo propio de un juego es narrarlo, sea con el lenguaje que fuere, con palabras, con imágenes, con diversas formas, lo propio del juego es poder contarlo, para poder jugarlo.
A mí me ha pasado algo particular en esto de enfrentarme al empobrecimiento del juego y el olvido de muchos juegos tradicionales, tratando de retomarlos para jugar con los chicos he tomado como principio la relación entre juego y narración. He tenido que contar los juegos para poder jugar esos cuentos.
Hay una relación dinámica y muy profunda entre juego y narración.

Entrevista realizada por
Daniel Potaschner
Tallerista, Centro Infanto Juvenil Nº6

Natalia Brassesco
Lic. En Psicología, Centro Infanto Juvenil Nº6