Vacas y Caballos – Protagonistas de Nuestra Historia


Por: Carlos O. Villegas – Historiador Mendocino

A la llegada de los españoles a Mendoza en1561, el sur provincial y desde hacia miles de años, estaba ocupado por grupos nómades de cazadores recolectores que fueron denominados “Puelches Algarroberos”.

Estos poblaron por siglos las cerrilladas y llanuras casi ininterrumpidamente hasta pocos años después de fundada la Ciudad de Mendoza.

Desaparecieron en un período relativamente corto, como consecuencia de la necesidad de mano de obra esclava que tenían los conquistadores, para llevara cabo las tareas agrícolas que le permitieran subsistir, para lo cual periódicamente realizaban expediciones punitivas hacia el sur.

Los que pudieron escapar a estas redadas, fueron absorbidos étnica, lingüística y culturalmente por un pueblo guerrero y comerciante originario del centro-sur de Chile, que desde mediados del Siglo XVII comenzó a poblar diferentes regiones de nuestro país, entre ellas nuestro sur provincial.

Este pueblo era el Mapuche o Araucano que había sido atraído a nuestro territorio por las vacas y caballos que en inmensas manadas vagaban libremente por las pampas.

En efecto, un grupo no determinado de estos animales fue abandonado o escapó durante la primera fundación de Bs. As. y en pocos años, gracias a las condiciones propicias de pasturas y clima, logro reproducirse de manera increíble, regresando a un estado semisalvaje, adaptándose a los diversos ecosistemas que le ofrecían las distintas regiones de nuestra extensa geografía.

Los “conas”(guerreros) chilenos, primero se establecían por cortos períodos en diferentes puntos estratégicos (aguadas, lagunas, ríos) , donde construían corrales para reunir importantes cantidades de esta hacienda salvaje, que luego y en grandes arreos cruzaban la cordillera para venderlas en su país.

Esta actividad favoreció la permanencia cada vez mas prolongada y posteriormente definitiva de algunas parcialidades araucanas que luego se conocerían por su denominación de procedencia o por los lugares donde se establecieron en nuestras tierras.

Así aparecieron los “Ranquilches” o Ranqueles, los Muluches, los Huiliches, Chadiches, Voroganos, Salineros, Manzaneros, Pehuenches, Etc. .

Simultáneamente, tambien el “huinca” o “cristiano”, había adoptado la costumbre de organizar expediciones al desierto para reunir importantes manadas de vacas y caballos para proveer de carne a los centros poblados.

Pero, como era de esperarse, este recurso fue agotado muy rápidamente para ambos bandos, y los indios, transformados en los abastecedores de ganado en pie para los mercados chilenos, para continuar con su comercio y ante la escasez de hacienda salvaje, recurrieron al robo del ganado que se criaba en las estancias establecidas a lo largo de toda la frontera del país, iniciando así una actividad que se prolongó por siglos, ingresando a sangre y lanza en cuanta estancia encontraran en las fronteras de Mendoza, San Luis, Córdoba y fundamentalmente Buenos Aires.

Estos asaltos de la caballería indígena, fueron conocidos como “Malones” o “Malocas”, que dejaron increíbles saldos en muertos y cautivos y un constante flujo de decenas de miles de cabezas de animales que cruzaban la cordillera por los diversos pasos del sur.

Fueron innumerables los intentos defensivos y ofensivos de los gobiernos en distintas épocas de nuestra historia, para suprimir este grave problema. Tomemos por ejemplo las campañas de Rosas en 1833 y Roca en 1878. La solución llegaría con esta última campaña que se conoce como “La Conquista del Desierto”, que trajo la paz a las fronteras con un exterminio casi total de la nación Mapuche.

Una solución que vista a la distancia en el tiempo se la considera como genocidio, pero que fuera altamente alabada hasta no hace mucho tiempo. Hoy pensamos que se podrían haber utilizado otros métodos persuasivos mas humanitarios y un costo en vidas indígenas mucho mas reducido.

El hecho concreto es que a partir de la victoria total del Remington sobre las lanzas, miles de leguas del hasta entonces denominado “desierto”, se abrieron a la producción agrícola y ganadera y comenzó el asentamiento efectivo de estancias y puestos ganaderos al sur del Diamante y en las márgenes del Atuel. Hacia 1880, hombres de campo con sus familias , que provenían del norte provincial, muchos de San Carlos y sus alrededores, fueron ocupando los valles y manantiales de las cerrilladas del Nevado – Payen instalándose con sus puestos ganaderos y trayendo nogales, vides, higueras, frutales, cultivando verduras, para su manutención y que aún perduran mantenidos por los descendientes de aquellos primeros pobladores, como verdaderos oasis entre los cerros.

En tanto en el llano alvearense, las orillas de los ríos primero, y lagunas y jahueles del interior del actual departamento, posteriormente, fueron ocupados por gente criolla y sus familias, portando sus profundos conocimientos y experiencia en la cría de animales en lugares de secano.

Venían de la frontera de San Luis para establecerse a lo largo de los ríos Diamante o Salado. Muchos de los que poblaron las costas del Atuel, provenían de la Villa 25 de Mayo y sus alrededores o del norte provincial.

Aun se recuerdan algunos de aquellos establecimientos ganaderos de los primeros tiempos.

Frente al actual cementerio de Real del Padre se instaló muy tempranamente el suegro del Sargento Mayor Don Adrián Illescas, jefe del Batallón Nueva Creación o “Choiqueros”, que acompañó al sur a la 4ª División que comandaba Napoleón Uriburu en 1879. Illescas murió ahogado tratando de cruzar el Río Neuquén y su esposa y sus hijos, que vivían en la Villa 25 de Mayo, al no tener noticias del infortunado militar, se fue a vivir con su padre.

Años mas tarde cuando se funda la Colonia de Alvear, se trasladarían a vivir a la nueva población fundada por Don Carlos de Chapeaurrouge. “El Juncalito” fue otra de las estancias, y era administrada por Don Carlos Siri y el Sr. Olcese, ambos de la Colonia Italiana de San Rafael.

En las cercanías del actual Aeroclub de Gral. Alvear se fundó la estancia “Media Luna” administrada por Don Maximiliano Castro.

En Carmensa a la altura del “Paso La Arena” existió un puesto homónimo del cual desconocemos su poblador. Sí, sabemos que en la zona de Cochicó se instaló un tal Parejas, dando origen a la Estancia “La Parejina”, en donde por generaciones ha vivido la familia Alvarez.

Toda esta gente, cuyos nombres en su mayoría desconocemos, cuando en 1901 se funda la villa de la Colonia de Alvear, ya llevaban 15 o 20 años residiendo en la zona y dedicándose a la primera actividad productiva que se registra en el sur provincial, la ganadería.

Carlos O. Villegas