Ganadería en Mendoza


Cuando los colonizadores llegaron a nuestras tierras, seguramente, no se imaginaron que esos animales traídos de su España natal, darían origen a los casi cincuenta millones de bovinos que posee hoy la República Argentina. Así fue el origen de nuestra ganadería. Pero al hablar de ganadería, no se puede evitar hablar de Don Juan de Garay, quien en 1580 llegaba al Río de La Plata con quinientas vacas, las que luego darían origen al ganado cimarrón tan apreciado por los gauchos en sus “vaquerías”, práctica que contaba con la ayuda de una medialuna filosa atada a la punta de una lanza (desjarretador) y que consistía en cortar  los tendones de las patas traseras de los vacunos, para luego terminar a facón con las penurias del animal. La recompensa era valiosa, el cuero y un buen asado.-

    Hace tiempo ya, cuando se realizó la primera exportación de cueros a Europa, 1605, se vislumbraba que la ganadería sería un negocio con futuro, tanto es así que fue necesario la intervención del Cabildo para reglamentar la explotación de las vaquerías, dado que en muy pocos años se había diezmado significativamente el ganado de los alrededores del Buenos Aires de aquel entonces, ya casi no había ganado cimarrón pero el cuero seguía siendo negocio. Entonces, nuevamente tuvo que intervenir el Cabildo imponiendo la pena de muerte para los cuatreros.

    Luego comenzaron a incorporarse las primeras tecnologías de manejo ganadero. Es así como, en 1826, John Miller importó desde Inglaterra a “Tarquino” el primer toro con pédigre de la raza Shorthon. Luego lo imitarían, en 1862, Don Leonardo Pereyra, importando a “Niágara” (toro de raza Hereford) y en 1879, Don Carlos Guerrero trayendo a “Virtuoso” y  a  2 vaquillonas de la raza Aberdeen Angus.

    En 1845, se introdujo el alambrado, cambiando de esta manera el paisaje y a futuro, el modo de producir en la ganadería…

    En la actualidad, la ganadería está pasando por un muy buen momento, el haber sido declarado nuestro país libre de aftosa por vacunación, la apertura de nuevos mercados para nuestras carnes, el incremento de la cuota Hilton, etc., colaboran con este buen momento de la ganadería argentina. Existe mucha información al respecto que la aportan los medios de comunicación, Internet y las instituciones ligadas con la ganadería. Pero tal vez, lo que no expresan las cifras disponibles es lo que viven diariamente aquellos que trabajan en el campo mendocino. Son los que aceptan en cada amanecer el desafío de pelear contra el frío, en el invierno; el calor y el sol, en  el verano. Son personas anónimas en las cifras, pero con nombre y apellido en su terruño, del cual se sienten orgullosos. Son los que la pelean cada día, a veces en desventaja con un jarro de yerbeado y un pedazo de pan. Son los que no hacen paro, porque si lo hace  ese día los animales no toman agua y es posible que aquél que estaba enfermo empeore o al otro día no esté. La tarea no es fácil. Tienen que domesticar esta tierra aún salvaje en algunos aspectos y luchar contra la ansiedad de sus sueños, de una vida mejor para sus hijos. Para ellos el lugar donde viven, casi siempre distantes y algunas veces inaccesible, en su lugar; aprendieron desde chicos a ver su belleza donde otros ojos sólo ven arenas, plantas con espinas e insectos molestos. Son los que tiran el lazo todos los días y lo frenan plantándosele, tal como hacen con cada adversidad de la vida.

    Por todo esto, creíamos conveniente hacer un homenaje a aquellos que con su trabajo y esfuerzo, también ayudan a hacer la Argentina

Lic.Daniel Leguiza- INTA-Junín-Mza.-