Carlos Alonso y sus “Imágenes de lo sustancial”, en la Mansión Stoppel
El viernes 8, a las 20, quedará inaugurada la muestra Imágenes de lo sustancial, del gran artista plástico mendocino Carlos Alonso. Será en el imponente museo que lleva su nombre, ubicado en Emilio Civit 348 de Ciudad.
En el abordaje de la colección del Museo Carlos Alonso, Carlos Alonso Ilustrador, se tomó en consideración unos de sus elementos constituyentes: los retratos y los paisajes que la integran.
Hoy, a 34 años de la emblemática Muestra Carlos Alonso. El pintor caminante, realizada en el Museo Provincial de Bellas Artes Emiliano Guiñazú-Casa de Fader, en setiembre y octubre de 1990, se estimó pertinente incorporar al diseño expográfico de esta muestra dos obras del acervo de la colección de la provincia de Mendoza, las cuales fueron donadas en aquel momento por Carlos Alonso.
Luego, en la dinámica de la contemplación de una muestra, Alonso nos desafía a atravesar sus propios universos sin intermediación alguna. Y, en el transitar de ese camino, es imposible mantenerse indiferentes y salir indemnes: se disparan preguntas, cuestionamientos, interpelaciones, sin la necesidad de rescate alguno.
De manera categórica, el artista nos hace propia su mirada poética, vital y aguda. La elocuente carga alegórica de su obra y su profundo compromiso establecen el carácter sustancial de su obra. Paisaje de Tupungato o Valle de la Carrera, del acervo de la provincia de Mendoza, junto a las acuarelas de la Serie Romances del Río Seco, tanto en una como en otra, en ambos procesos pictóricos se configura un reencuentro: el del pintor con su tierra y su pasado.
El indiscutible virtuosismo y el extraordinario oficio de los retratos de Alonso, puntualmente en la representación de la imagen de Fader, propician la indagación y el diálogo entre la naturaleza humana y su emocionalidad.
Esta muestra es, por consiguiente, el deseo de rendirle tributo y admiración a una figura clave e insoslayable del arte nacional, cuya obra sin lugar a dudas atraviesa la historia de los argentinos con los mágicos trazos del genial pintor mendocino.
Carlos Alonso
Carlos Alonso nace en Tunuyán,a 70 kilómetros de la ciudad de Mendoza, el 4 de febrero de 1929. Su padre, Julián, oriundo de Tres Arroyos, provincia de Buenos Aires, es despachante de aduana y contador público.Su madre, Josefina Lisandrello, inmigrante de la zona de Siracusa, Sicilia, es ama de casa. Alonso es el mayor de cinco hermanos. Pasa su infancia entre la chacra familiar de Tunuyán, donde sus abuelos maternos, que son chacareros, se dedican a la siembra de papa. Desde pequeño dibuja en su casa con lápices de colores. En 1936, la familia se muda a la ciudad de Mendoza.
A los 15 años ingresó en la Academia de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Cuyo. Allí, tuvo como maestros a Ramón Gómez Cornet, Sergio Sergi, Víctor Delhez y Lorenzo Domínguez. En 1950, viajó a Tucumán para estudiar con Lino Enea Spilimbergo. Pronto comenzó a ganar premios en los salones donde se presentó.
En 1953, realiza su primera exposición en Buenos Aires en la Galería Viau y después viaja a Europa. En 1955, realiza una serie de exposiciones y se casa con Ivonne Fauverty. En 1956, nace su hija Paloma. Un año después gana un concurso para ilustrar la segunda parte de El Quijote, de Miguel de Cervantes Saavedra, y posteriormente el Martín Fierro de José Hernández. En 1959 obtiene el Premio Chantal del Salón de Acuarelistas y Grabadores de Buenos Aires. En 1963 ilustra El matadero, de Esteban Echeverría. En 1968 viaja a Italia y es convocado para ilustrar La Divina Comedia del Dante, que luego expuso en Art Gallery.
En 1976, dada la situación originada por el golpe militar y después de la amenaza de bomba en la exposición El ganado y lo perdido, se exilia en Italia. Un año después, su hija Paloma es secuestrada y desaparecida. En 1978 se traslada a vivir con su familia a Madrid y tres años después, ya de vuelta en el país, se instala en Unquillo, Córdoba, donde reside hasta la actualidad.
En 1982, recibe el Premio Konex de Platino en Dibujo, distinción que se reitera en 1992. En 1984 obtuvo el premio Orozco-Rivera-Siqueiros en la Primera Bienal de La Habana.