Estado de las rutas y del tiempo en Mendoza

El Hospital Central en persona: la historia de vida de la enfermera Vanina


Ingresó hace más de 12 años al Hospital Central de Mendoza, trabajó en diferentes servicios, pero donde encontró su lugar fue en el Servicio de Guardia. Sin duda el área crítica y la adrenalina es su verdadera pasión.

El Hospital Central está repleto de historias de vida relevantes, que se ponen de manifiesto a cada paso. Cada empleada y empleado en su tránsito por la institución van marcando huellas, siempre distintas con la impronta personal de cada ser humano.

Vanina Burkhard no es la excepción. Licenciada en enfermería de profesión, está convencida de que la enfermería es una actividad fascinante. “Siempre pienso que la enfermería puede crecer, se puede especializar, puede ofrecer un mejor servicio a los pacientes y en eso trabajo diariamente, tanto en el hospital como en la facultad donde soy docente”, comenta la licenciada.

Optimista por excelencia, da placer escuchar con la convicción y la calma que dice cada palabra. Es esta una gran virtud, sobre todo cuando el trabajo que desarrolla exige inmediatez constantemente. 

Burkhard viene de atravesar una pandemia donde tuvo un rol fundamental. En un momento donde todos los empleados hospitalarios debían cumplir funciones donde la urgencia llamaba, ella no dudó en tomar la responsabilidad de conducir una de las Unidades de Terapia Intensiva COVID, la UTI 3, con siete camas.

“Todo fue muy rápido. Cuando me ofrecieron hacerme cargo de la UTI 3 dije que sí, pero velozmente esas camas se multiplicaron y pasé a estar a cargo de la UTI 5, con 21 camas que se abrieron en apenas unas horas, porque la demanda era monstruosa”, rememora Vanina.

El trabajo de todo el Servicio de Enfermería fue intensísimo. El departamento tuvo que triplicar sus tareas para organizar personal, preparar nuevo, y que los que habían quedado a cargo tomaran el compromiso de formar a sus pares. Fue un trabajo en equipo que se vio reflejado en la atención del paciente.

“Llegué a tener 43 enfermeras y enfermeros a cargo. Trabajamos con capacitaciones constantes, siempre acompañando, armando redes, optimizando los tiempos, que era justamente lo que nos faltaba en ese momento. Todo era contrarreloj”, comentó la enfermera.

Vanina es siempre optimista, y al ser consultada sobre lo que le dejó la pandemia, tiene excelentes reflexiones: “Me fui de la UTI 5 con lo más valioso que uno puede tener, que es el reconocimiento de mis pares. Hasta el día de hoy me siguen llegando mensajes de compañeros que me agradecen algo, que me consultan o que simplemente me preguntan cómo estoy. Eso no tiene precio”.

Fue un año y medio donde todos alrededor de Vanina crecieron, principalmente sus hijos de 8 y 14 años, que comenzaron a acostumbrarse a una mamá que no paraba un segundo en casa y que cuando estaba era esclava de su teléfono. Pero también crecieron sus compañeros, a esos a quien ella les enseñó y que en la intimidad de la amistad la bautizaron como “Capitana”. Eso hace una líder, eso hizo ella, y lo dicen sus compañeros, que es lo más importante.

Hoy esta marplatense de nacimiento pero mendocina por adopción siente que tiene tatuada la camiseta del Hospital Central. Es ahí donde se imagina trabajando y creciendo, siempre pensando en la forma de mejorar la atención de cada paciente que le toca abordar.