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Hidráulica: qué son las crecidas aluvionales y cómo se trabaja para mitigar sus efectos


Durante la temporada estival está latente la ocurrencia de fuertes tormentas que afectan a la población y sus bienes. Hidráulica trabaja diariamente para dejar en óptimas condiciones los cauces y colectores de toda la provincia que son la defensa aluvional ante este tipo de fenómenos.

Las obras y los operativos de mantenimiento que lleva adelante la Dirección de Hidráulica son fundamentales para evitar las crecidas aluvionales durante la temporada estival.

Ahora bien, ¿qué es una crecida aluvional?, ¿cómo se producen? Lo primero es definir lo que se entiende por crecida o creciente. Básicamente es una descarga de agua, es decir, un determinado volumen del líquido en un tiempo determinado, por encima de sus valores normales de escurrimiento.

Cuando se produce una lluvia torrencial, parte del agua precipitada en el primer tercio de la duración de la tormenta es absorbido por el terreno de acuerdo a su permeabilidad y parte se evapora nuevamente a la atmósfera debido a las elevadas temperaturas.

Durante el segundo tercio de duración de la tormenta, se produce el pico del hidrograma, es decir su valor máximo, para luego entrar en el decaimiento del mismo hasta llegar al caudal de base, que para este caso vale cero.

El tiempo al pico corresponde a la máxima descarga o al caudal máximo, el que dependerá en gran medida de la longitud y extensión de la cuenca y de la situación de la cuenca, previamente a la ocurrencia de la precipitación.

En general, los tiempos al pico o tiempos de respuesta para el Gran Mendoza oscilan entre los 40 minutos para los sectores de las cuencas en que se encuentran en la precordillera y los 20 minutos para aquellos sectores que se encuentran cercanos a las áreas urbanizadas.

Por las razones geomorfológicas, las crecidas aluvionales siempre van acompañadas de abundante material natural, tanto en suspensión como de arrastre de fondo.

A medida que las pendientes disminuyen el material que requiere mayor cantidad de energía para su transporte, va siendo depositado en el cauce, mediante el proceso comúnmente conocido como decantación o sedimentación.

Parte de todos estos materiales son conducidos a través de los canales que atraviesan el Gran Mendoza, pudiéndose apreciar luego de las grandes tormentas, en los principales canales matrices y colector final.

Es necesario distinguir una crecida aluvional de las crecidas causadas por las tormentas que precipitan sobre las áreas urbanas y, aún de las crecidas en los ríos de origen nival, las cuales coinciden en tiempo de ocurrencia con las primeras.

Es así como se producen las siguientes crecidas claramente diferenciables de las aluvionales:

– Crecidas de origen urbano: son aquellas que se producen por una precipitación exclusivamente sobre áreas urbanizadas, en las que la topografía y las condiciones de absorción y escurrimiento han sido modificadas totalmente por la acción antrópica.

Las clásicas urbanizaciones de trazado rectangular, con las calles y acequias en el sentido de la máxima pendiente, aumentan el efecto de la concentración de los caudales y disminuyen el tiempo de respuesta de las cuencas urbanas.

Esta característica provoca que, tormentas de idéntica magnitud, con el correr del tiempo causen más daños e inundaciones en los sectores más bajos y de menor pendiente que se encuentran en las partes distales o terminales de la periferia de la cuenca.

– Crecidas de origen nival de los ríos: son aquellas que tienen su origen en el derretimiento de la nieve precipitada y acumulada durante el invierno anterior, además de la contribución de los glaciares y las vertientes.

Asimismo, los caudales de los ríos (corrientes permanentes de agua superficial) pueden recibir aportes esporádicos de las eventuales tormentas que se produzcan durante la temporada estival.

Obras y medidas de mitigación de crecidas

Atender la situación aluvional es clave para mitigar las crecidas de verano, especialmente sobre la población y sus las viviendas establecidas en el Gran Mendoza, desde la ciudad de Luján de Cuyo, en el sur, hasta la ciudad de Las Heras por el norte, extendiéndose hacia el Este hasta Maipú.

Dentro de este conglomerado, quedan incluidas las ciudades de Godoy Cruz y Guaymallén.

Por ello, se han llevado adelante diversas obras para evitar los efectos de las crecidas aluvionales que bajan y azotan a la ciudad, desde los cerros y valles de la precordillera.

Dos tipologías principales de estructuras han sido concebidas de manera tradicional en el Oeste del conglomerado urbano.

La primera de ellas trata de conducir las crecientes desde el Oeste, encauzando sus aguas para controlar sus efectos nocivos sobre las márgenes.

Es por ello que pueden contarse distintos “zanjones” y “ríos secos” que atraviesan la ciudad de Oeste a Este, hasta el colector principal que se encuentra en la línea más baja de la ciudad, cuyo desarrollo tiene como dirección principal el eje sudoeste hacia el nordeste que marca los límites geográficos y políticos de los departamentos de Capital, Guaymallén y Godoy Cruz.

Asimismo, ciertos zanjones sirven de límite geográfico a la división política en la Ciudad de Mendoza.

La segunda tipología de obras corresponde a estructuras de mayor elaboración y estudio, destinadas a limitar el escurrimiento de las aguas aluvionales a través de la ciudad, reteniendo los volúmenes escurridos en vasos de embalse para luego erogar de manera controlada esa misma cantidad de agua. Este es el llamado efecto de laminación o atenuación de las crecidas de los diques existentes en el Oeste de la Ciudad de Mendoza.

Con posterioridad, se halló la posibilidad de desviar las aguas hacia sectores periféricos u otros cauces matrices, interceptando los caudales que bajan desde el Oeste, mediante los que se denominan “Colectores Escudo”.

De esta manera, fueron construidos los colectores escudo, identificados como Colector Blando Encalada, en el Sur y Colector General Las Heras en el Norte, el cual incorpora al Azud Derivador San Isidro y el Río Seco El Challao como obras asociadas.

La primera línea de defensa directa del casco urbano se encuentra constituida por los diques de laminación de crecidas, los cuales, de Sur a Norte son los siguientes: Dique Maure, Frías, Papagayos, San Isidro, Pantano Campo Espejo.

De cada uno de estos diques se deriva un canal de salida que constituye el sistema de seguridad hidrológica de cada dique de atenuación.

Se incluye al dique San Isidro, ya que clásicamente se lo ha catalogado y se lo nombra como tal, pero en la actualidad está constituido por un muro de hormigón que conduce el agua a la quebrada del Río Seco El Challao.

Desde entonces, esta estructura constituye la obra de cabecera del sistema de atenuación de crecidas del Colector Las Heras-Campo Espejo.

Estos diques han sido construidos en el punto de concentración de cada cuenca pedemontana, razón por la cual, el canal de salida del sistema de alivio y torretas, coincide con el correspondiente río seco principal de la hidrografía superficial preexistente.

Asimismo, existen algunos sectores que no poseen defensa u obras de atenuación de las crecidas aluvionales provenientes del piedemonte, tales como Las Compuertas, Vistalba, y Chacras de Coria de Luján de Cuyo.

Es por ello que, desde la década de 1980 se han venido estudiando diversas alternativas para complementar el sistema de atenuación de crecidas mediante los proyectos de una combinación de obras de retención (presas de atenuación de Chacras de Coria y Sosa) y un sistema de colectores escudo y de conducción que protegieran las áreas arriba mencionadas.

Fuente

Situación Aluvional de la Ciudad de Mendoza – Propuesta de medidas de mitigación y planificación territorial desde el punto de vista hidrológico.

Director: ingeniero Luis Enrique Guisasola. Co-directora: Patricia Susana Infante, Luis María Magistocchi, Javier Zamorano y Claudio Cabiudo.