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Leyenda sobre El Parque General San Martín: por Alma Victoria Carrizo Aparo


Una alumna de primer grado, de la Escuela Divina Trinidad, le hizo llegar al Gobernador Rodolfo Suarez una leyenda que escribió en conmemoración a los 125 años del Parque General San Martín.

Leyenda sobre El Parque General San Martín: por Alma Victoria Carrizo Aparo. Primer Grado de la Escuela Divina Trinidad.

“Unos cien años atrás, en la cima del pico más alto de la cordillera de Los Andes, habitaba un Cóndor que desde pequeño observaba la tierra árida y desértica que hoy es Mendoza. Todos los días al anochecer cerraba sus ojos imaginando que a la mañana siguiente, vería esa tierra seca cubierta de una gran vegetación. Pero el tiempo pasaba y nada ocurría, siempre amanecía y el mismo paisaje aburrido seguía ahí. Luego de varios años, el pequeño Cóndor se convirtió en un adulto y su sueño creció con él, tanto pero tanto tanto, que decidió desplegar sus alas al máximo y volar hasta encontrar ese paisaje soñado. Así fue que recorrió miles de kilómetros hasta que por fin llegó a tierras con abundante vegetación de todo tipo.

Feliz, decidió buscar un nido en lo más alto del lugar pero ningún árbol podía ofrecerle la vista que en su sueño imaginaba desde lo alto de la montaña donde había vivido toda su vida. Un día, mientras se deleitaba con un vuelo rapaz acariciando con sus patas las hojas de los árboles más altos, se formó una gran tormenta, con mucha lluvia y un gran viento, que lo arrastró sin control hasta caer al suelo, donde permaneció hasta que la tormenta cesó.

Asustado, todo mojado y embarrado, decidió emprender el largo viaje de regreso a casa. Pero el barro se secó y el ave no podía volar como antes, su plumaje era muy pesado. Así, voló y voló sin descanso hasta que por fin a lo lejos observó el pico más alto de américa, su hogar. Pero su esfuerzo no fue suficiente. A poco de llegar, no pudo seguir en vuelo y cayó rendido al pie de la majestuosa montaña, a quien le regaló su último suspiro con las alas desplegadas en un abrazo infinito.

En ese momento se desató una gran tormenta y cada gota de lluvia lavó todo su plumaje, descubriendo una gran cantidad de semillas que habían viajado protegidas entre el calor de su cuerpo, la humedad de sus plumas y el barro seco. Sin saberlo, nuestro amigo el Cóndor finalmente había logrado cumplir su gran sueño, dando vida a la basta vegetación que hoy  cubre el Parque General San Martín.

Cuenta la leyenda que el Cóndor permaneció inalterable en el lugar y hoy custodia su sueño en la cima del emblemático portón que da ingreso al jardín de la provincia”.

Almita.