Megajuicio: “Me inventé una historia y con eso zafé”
La audiencia desarrollada hoy en el IV Juicio por delitos de lesa humanidad contó con dos testimonios. Uno de ellos fue ofrecido por el Ministerio Público Fiscal encabezado por Dante Vega, quien valoró la relevancia de incorporar el testimonio de uno de los sobrevivientes del centro clandestino de detención Campo Las Lajas. De esta manera, Emilio Alberto Luque Bracchi, comenzó su declaración detallando las preliminares a su detención, ocurrida el 28 de octubre de 1976.
En agosto de 1976, Emilio Luque decidió seguir sus estudios superiores en la Facultad de Biología de San Luis y continuar con su actividad deportiva en un club de Rugby puntano. Rentaba una habitación de una pensión en la que coincidió con otros estudiantes; entre ellos, Alberto Álvarez, Daniel Falco, y José Antonio Santana Alcaráz.
En el curso de ese año, Luque fue expulsado por cinco años de la Facultad de San Luis, señalado por participar en actividades subversivas. “Yo me dedicaba a estudiar y a jugar al rugby, nunca milité en ninguna agrupación”, expresó Luque al recordar los argumentos que pesaron en aquella decisión y agregó: “me vincularon con Santana Alcaráz, que era Montonero y que aún sigue desaparecido”.
Tras la expulsión, Luque regresó a su casa materna. Fue entonces, cuando el 28 de octubre de 1976, en horas de la mañana, dos personas llegaron a su casa con la excusa de realizar un censo educativo. Según relató el testigo, estas personas, tras realizar preguntas sobre las causas que motivaron su retorno a Mendoza, regresaron al medio día, armadas y con la orden de detenerlo. “Me metieron en un auto a los golpes y me apuntaron con un arma”, recordó Luque sobre aquel episodio y prosiguió con detalles que le permitieron reconocer el lugar donde fue trasladado que identificó como el Campo Las Lajas. “Al bajar del auto, tropecé y al caer al suelo pude ver por debajo de la capucha y vi mucho movimiento de vehículos y personas”, dijo.
En aquel centro clandestino de detención fue interrogado por cinco personas que insistían sobre su vinculación con Alcaráz mientras le aplicaban picana eléctrica. “Me inventé una historia y con eso zafé”, relató el testigo que luego fue trasladado a otra sala en donde se encontraban otras diez personas en calidad de detenidas, sentadas en círculo. “Entre ellas vi a una persona que lloraba y decía haber estado en el asesinato el agente Cuello y que por eso lo iban a matar”.
Al día siguiente, Luque fue trasladado en el baúl de un auto, a una dependencia policial de San Luis. El 18 de diciembre de 1976 recuperó la libertad desde Río Cuarto.
Sus familiares denunciaron el secuestro ante la policía, realizaron averiguaciones en el Comando y presentaron un habeas corpus en el Juzgado Federal ante el exjuez Gabriel Guzzo, el cual fue denegado por Petra Recabarren al no reportarse información sobre su caso.
Otro testimonio de la jornada fue el ofrecido por la defensa del exjuez Otilio Roque Romano. En este caso declaró la María Susana Balmaceda, quien reconoció amistad con el exmagistrado y buen vínculo en lo laboral con Miret y Petra Recabarren.
La testigo rememoró su carrera como abogada en la Justicia Federal donde ingresó en el año 1986; Fue secretaria hasta ascender en el 1993 como fiscal de instrucción de primera instancia. En 1997 fue nombrada fiscal de cámara hasta jubilarse en el 2004.
“Tuve la sensación de que ingresaba a una institución muy jerarquizada y que apuntaba a la excelencia”, expresó la testigo al ser indagada sobre el contexto particular en el que se produjo su ingreso a la Justicia local. Y agregó: “En el 87 llegaron a la fiscalía de cámara los expedientes instruidos en sede militar; se me confió el estudio de los mismos”.
Más tarde, sobre la metodología utilizada expresó que “realizaba una especie de resumen” y aseguró que trabajó con mucha conciencia. “Confieso que cuando se remitieron a Córdoba sentí un alivio porque era una carga emocional muy grande”, señaló.
Indagada sobre la actitud de los jueces en la investigación de esas causas dijo: “todas las medidas se cumplimentaron con normalidad; no hubo obstáculo por parte del fiscal ni de los jueces”.
En ese contexto aseguró no haber escuchado cuestionamientos a la Justicia Federal, ni tampoco denuncia a los magistrados, ni reclamos de familiares y organizaciones de derechos humanos. “Nunca se me corrió vista sobre ningún tipo de planteos”, dijo.
En su extenso relato, la testigo hizo referencia a la amistad que la unía con Billy Lee Hunt (desaparecido el 8 de abril de 1977) a quien no pudo identificar en un reconocimiento fotográfico. Más adelante, indagada por la Fiscalía con respecto a la causa que investigaba la desaparición del matrimonio Manrique Terrera y la apropiación de su hija, Celina Manrique, la letrada expresó que “cuando era fiscal de cámara exhumó el trabajo en orden a las denuncias formuladas y registró que no había información sobre la desaparición de bebés”.
La Ley de obediencia debida establecía excepción a la norma en casos de sustracción de menores y apropiación de bienes materiales. Sobre este aspecto, fue consultada por la Fiscalía y con respecto a la decisión del exjuez Romano de archivar esa causa, respondió: “No puedo emitir opinión de algo que no me corresponde, desconozco el expediente”.
La testigo cerró su testimonio al decir: “errores podemos cometer todos porque somos humanos, pero nunca advertí una mala intención”.
La ronda de testimoniales continúa el próximo lunes 24 y martes 25 de agosto a las 9.30, en el primer piso del Tribunal Oral Federal en lo Criminal Nº1.