Megajuicio: testimoniales involucran al exoficial Juan Agustín Oyarzabal
En la audiencia celebrada hoy en el IV Juicio por delitos de lesa humanidad prestaron declaración José Luis Bustos, Jesús Manuel Riveros, Carlos Alberto Rossi y Gabriel Alberto Carrasco que atestiguaron sobre las detenciones ocurridas en el año 1976 en el departamento de Rivadavia. Por su parte, Adriana Montemayor, declaró como única testigo en la causa que investiga la detención de su padre, Valentín Montemayor.
Los primeros en declarar fueron José Luis “el Bicho” Bustos y Jesús Manuel Riveros. Ambos fueron aprehendidos por un grupo de uniformados en sus respectivas viviendas ubicadas en el departamento de Rivadavia, el 21 de septiembre de 1976. En su relato, Riveros aseguró que fue detenido por personal de Investigaciones del departamento de Junín.
Ambos testigos coincidieron sobre el total desconocimiento en cuanto las causas de su detención. Introducidos a un vehículo, fueron trasladados al departamento de Junín, a un lugar similar a una escuela, conocido como “la perrera” según la jerga policial. Este dato fue aportado por Bustos, dado que su padre trabajaba como policía en la cantina de la seccional XIII de Rivadavia.
Tras pasar dos horas en este lugar, fueron llevados al D2 bajo amenazas de uniformados que decían “preparen las piedras para tirarlos al Carrizal” o “preparen el paredón de fusilamiento”. En el D2 fueron despojados de todas sus pertenencias, ropa y documentación personal. Permanecieron allí aproximadamente quince días.
Bustos fue salvajemente golpeado mientras era interrogado por personas de voces "aporteñadas". Según su testimonio, las sesiones de tortura, los golpes y los interrogatorios eran sistemáticos. También las violaciones hacia tres de las mujeres que se encontraban detenidas en ese momento.
Entre los presos políticos detenidos en el D2, los declarantes reconocieron, además de Mario Díaz, a Elvio Miguel Benardinelli. Tanto Bustos como Riveros expresaron que en los interrogatorios eran indagados por su vínculo con Mario Roberto Díaz (fallecido) apresado días anteriores. Con Díaz, se conocían del barrio y había compartido una charla en el club Sport de Rivadavia la noche de su detención.
Con respecto a los exoficiales que prestaban función en la comisaría de Rivadavia, los testigos mencionaron a un oficial de apellido Morales y otro apodado “el colorado” Martín (fallecido), como los encargados de golpear y detener a personas.
Sobre el exoficial Juan Agustín Oyarzabal – conocido en Rivadavia por ser el encargado de la única comisaría del departamento- Bustos recordó una oportunidad ya estando en libertad, donde éste le dijera que “tenía que agradecerle, porque no todos volvían, y que olvidara todo lo ocurrido”. De hecho, la única explicación que Bustos recibió sobre su detención es que ésta “había sido una equivocación”.
Jesús Riveros tenía una tienda en Rivadavia y sólo conocía “de vista” a Mario Díaz. Mientras que José Luis Bustos trabajaba como electricista y no militaba en organizaciones políticas. “Me preguntaban si era extremista y yo mentía para que dejaran de pegarme”. Lo acompaña hasta la actualidad serias secuelas por las lesiones padecidas en la tortura.
Posteriormente declaró Carlos Alberto Rossi. Militante de la Juventud Peronista, llegó a ser concejal por Rivadavia en la época del Intendente Mario Bermúdez. Fue detenido el 9 de septiembre de 1977 por tres policías, uno de ellos identificado por un mechón blanco. Tras allanar su vivienda, los uniformados lo trasladaron encapuchado y a los golpes al D2 donde permaneció en cautiverio durante quince días en un pequeño calabozo. Pudo identificar a Gabriel Carrasco y Alfredo Ghilardi como otros de los presos políticos que se encontraban en ese lugar e hizo especial referencia a la tortura psicológica que sufrió al ser interrogado y acusado de realizar actividades subversivas.
En su relato sobre el D2, Rossi declaró que escuchaba gritos de mujeres y hombres. “Escuché una chica que gritaba que era de Las Heras, dijo su nombre pero no lo recuerdo, y después no la escuché más”. Este dato pudo vincularse con el caso Olga Roncelli de Saieg, profesora de matemáticas desaparecida el 13 de septiembre de 1977.
El 21 de septiembre fue trasladado a la Penitenciaría de Mendoza, donde coincidiera con otros presos políticos entre ellos Burgoa, Carrasco, Pelegrini, Rabanal y Coria. Finalmente, quedó el libertad el 25 de abril de 1978, a disposición del PEN con autorización del General Saá.
El cuarto testimonio fue el de Gabriel Alberto Carrasco, detenido el 14 de septiembre de 1977. Para entonces, con veintiún años de edad, militaba en la Juventud Peronista en el departamento de Rivadavia.
Carrasco fue detenido por personal de civil que lo trasladó hacia la casa de Alfredo Ghilardi para llevarlos a ambos a los calabozos del D2. En este centro clandestino de detención, permaneció encapuchado y amenazado con que “iban a eliminar a todos”.
En el D2 reconoció entre los detenidos a Carlos Rossi, Pedro Antonio Antonassi, Burgoa y posteriormente Pelegrini. A través de Burgoa supo sobre chica que pedía ayuda y gritaba su nombre y dirección y que a los días la sacaron en una frazada. Este dato es importante para el esclarecimiento de la desaparición de Olga Roncelli de Saieg.
El 21 de septiembre, Carrasco fue trasladado al Pabellón XIV de la Penitenciaría de Mendoza donde coincidió Allí coincidió con Pardini, Rabanal, Actis, Chávez, Robledo, Coria, Ghilardi y Díaz, entre otros. “El primer mes fue bastante duro porque teníamos que estar dentro de la celda con la puerta entornada” y agregó que los exoficiales encargados de custodiar a los presos eran Villegas, Suchetti y Linares.
Carrasco recuperó su libertad bajo vigilancia el 25 de abril de 1978. Nunca tuvo causa judicial ni presentación ante al Justicia. Quedó a disposición de la 8va Brigada de Infantería.
Finalmente declaró Adriana Beatriz Montemayor, única testigo por la causa que tiene como víctima a su padre, Valentín Montemayor, un militante del partido comunista, que trabajaba en una mueblería ejerciendo su oficio de ebanista. Adriana recordó que su padre se reunía mensualmente con sus camaradas y leía periodísticos y literatura comunista.
De acuerdo al testimonio de Adriana, el 13 de agosto de 1976, un gran despliegue de uniformados en numerosos vehículos militares rodearon la cuadra donde se encontraba la casa de su progenitor, ubicada en calle Derqui de Godoy Cruz. “Nunca hubo un papel o una orden, directamente llegaron a la casa para llevárselo”, relató Adriana.
La mujer expuso que producto del violento allanamiento, los uniformados confiscaron diarios y libros comunistas y robaron de dinero y joyas de la familia."Desde ese día comenzó el peregrinaje para saber dónde estaba mi padre”, expresó Adriana.
De esta manera, la familia Montemayor recorrió la 8va Compañía de Comunicaciones y la Penitenciaría Provincial donde finalmente pudieron contactarlo. “Mi papá me relató que lo habían golpeado mucho con toallas mojadas y patadas”. De estas charlas, supo además que en la Penitenciaría se encontraban detenidos Roberto Velez y el Doctor Bustelo.
Valentín Montemayor recuperó su libertad en marzo del ‘77. Por este antecedente, no pudo recuperar su trabajo. Pudo declarar en anteriores instancias de enjuiciamiento, pero finalmente falleció el 2 de diciembre del 2008, a los 80 años de edad.
La audiencia debate continúa el próximo martes 28 de octubre en el primer piso de Tribunales Federales. Esta vez han sido citados para brindar testimonio: Miguel Ángel Rodríguez, Norma Arenas, Alfredo Hervida, Fermín Rosales, Hugo Rosales, Maria Guadalupe Gonzalez, Pablo Gonzalez, Camilo Jiménez, Félix Ortiz y María Eugenia Bertrenau.