Megajuicio: torturas, vejaciones y total indefensión


En Tribunales Federales de Mendoza se llevó a cabo hoy la audiencia testimonial Nº40 en el marco del IV Juicio por Delitos de Lesa Humanidad, tras siete meses de iniciado el Megajuicio. En esta oportunidad, se dio lugar a las declaraciones realizadas por las víctimas de la dictadura cívico militar Bibian Acquaviva, Silvia Schvartzman y Mario Gaitán. Por su parte, Mario Acquaviva declaró en calidad de testigo por las detenciones de dos familiares. 

 

El primer testimonio fue brindado por Bibian Gladys Acquaviva, citada como testigo por las detenciones de su hermano Raúl Acquaviva, su primo Carlos Roca y su amigo Eugenio Paris; además como víctima de violentos episodios ocurridos en paralelo, en 1976.

 

Inició su testimonio relatando lo ocurrido el 13 de mayo del 76, cuando se encontraba en el café Moulin Rouge, lugar donde se produjera la detención de Eugenio Paris. La testigo recordó que llegaron unas seis personas que se llevaron a Paris y a una amiga a la que nunca más volvió a ver. Este hecho fue denunciado por Bibian, y tras lo cual fue interceptada por oficiales y llevada a la Comisaría 3º. “Mirá el apellido, ¿no te resulta familiar?”, fue lo que escuchó de los uniformados. En la Comisaría fue interrogada por el exoficial Juan Agustín Oyarzábal junto a un grupo de diez oficiales. En la indagatoria se le exigía información sobre su vínculo con las tres personas anteriormente mencionadas. 

 

Tras esto, se dirigió a su casa y al llegar, observó que se estaba realizando un allanamiento encabezado por el exoficial Lucero a quien vio sustrayendo elementos personales. Tras este episodio, su hermano fue llevado detenido al D2, donde estaba Paris. 

 

“Estábamos con mucho miedo, una trataba de no mirar para no involucrar a nadie”, expresó Bibian al relatar sobre el peregrinar de la familia por el D2 para obtener información sobre los detenidos. Así pasaron 50 días totalmente incomunicados. Por la prensa de aquel entonces, la familia supo sobre el traslado de Raúl a la Penitenciaría Provincial, y fue en ese centro de detención donde pudieron contactarse por primera vez. 

 

Corría para entonces el mes de octubre. En ese mes, la testigo padeció un episodio aberrante sufrido una noche a la salida de su colegio, donde fue interceptada por dos vehículos Peugeot 504 color rojo.  Fue llevada bajo amenazada a lo que posteriormente pudo identificar como el centro clandestino Las Lajas. Allí arribó junto a otra detenida que reconoció como Viviana Suárez, actualmente desaparecida. Continuó un crudo relato, en donde ambas detenidas fueron sometidas a torturas, vejaciones y ataques sexuales. Bibian para entonces, tenía 18 años. 

 

La testigo recordó además que durante todo este tiempo, la familia Acquaviva permaneció vigilada por un oficial de apellido Sánchez. Además, relató sobre dos entrevistas solicitadas para intervenir por su hermano. En una se presentó ante el exdictador Videla y en otra, ante el Monseñor Rey. Ninguna de sus peticiones prosperó.

 

Posteriormente, prestó declaración Silvia Schvartzman. Secuestrada el 13 de mayo de 1976 y posteriormente detenida en distintos centros clandestinos del país. Sobre esto basó su testimonio, recordando que para entonces trabajaba en una Unión Vecinal de San José. Recordó que aquel día, tras un allanamiento ilegal en su vivienda, fue llevada al D2 sin ser informada sobre los motivos de su detención.  Sus dos hijas quedaron al cuidado de sus padres al producirse posteriormente la detención de su esposo.

 

En el D2, fue sometida a torturas, golpes y vejaciones de oficiales que le decían “ésta es judía, hay que matarla”. Reconoció entre los torturadores a uno con acento porteño, y otro al que apodaban “caballo loco”.  Sobre este centro de detención, la testigo recordó haber visto a una persona sin vida sobre la que no pudo precisar la identidad. Además, reconoció a otras personas detenidas y torturadas, entre ellos Eugenio Paris, Raúl Acquaviva, Graciela Ledda y Liliana Tognetti. 

 

El 7 de julio del 76, Silvia fue trasladada a la Penitenciaría Provincial, donde fue sometida en dos oportunidades a un Consejo de Guerra. En el primero, recordó que ante 19 militares fue acusada por hechos inventados vinculados a la agrupación ERP a la que no pertenecía. “Era inútil lo que pudiera decirle, el fiscal me dijo que iba a poner lo que se le daba la gana”, expresó la testigo y agregó que este Consejo resolvió quitarle la patria potestad y condenarla a 9 años y 9 meses de prisión. Por gestiones de sus familiares, logró que sus hijas quedaran al cuidado de sus padres.

 

Sobre la Penitenciaría Provincial, la testigo afirmó la existencia de una habitación en donde se torturaba a personas detenidas; En ese mismo lugar recibió la visita de un teniente primero de la Fuerza Aérea que oficiaría como su defensor: “Me dijo que acaba de comprar el Código Penal para que lo leyéramos los dos”, relató en alusión a la falta de representación judicial de aquella época y agregó: “Estábamos en una total indefensión”.

 

Schvartzman fue trasladada a Devoto y luego a Ezeiza donde recuperó la libertad el 15 de agosto de 1983. 

 

El tercer testimonio fue brindado por Mario Lorenzo Acquaviva citado para declarar sobre las detenciones de sus sobrinos Raúl Acquaviva y Carlos Roca. Su breve exposición se basó en el caso de Carlos Roca, sobre quien refirió a un episodio ocurrido la noche en que Roca llegara a su casa pidiendo asilo tras escaparse de un allanamiento ilegal. Recordó que su sobrino tenía lastimada una de sus piernas y que por temor a que su presencia lo comprometiera, le recomendó que se entregara a las fuerzas. 

Indagado por las razones de la detención de su sobrino, supo por trascendidos que era considerado “un subversivo según les llamaban en aquella época” y agregó: “el panorama era feo, por eso le dije que le convenía entregarse porque todos sabíamos que se entregaba vivo”.

 

El último testimonio fue el de Mario Roberto Gaitán Jofré, víctima y testigo de delitos de lesa humanidad.

 

Detenido el 27 de abril de 1976 por fuerzas conjuntas del Ejército Argentino y civiles en la casa de sus padres ubicada en Dorrego. De manera violenta, este grupo allanó ilegalmente la vivienda, reduciendo al grupo familiar mientras para apropiarse de sus objetos de valor. Al frente del operativo estaba el subteniente Suárez, que pudo reconocer con posterioridad en la 8va Compañía de Comunicaciones.

 

Encapuchado y salvajemente golpeado fue llevado al D2 junto con su novia, Edith Arito. En el D2 sufrió dos sesiones de tortura a las que era llevado por un policía apodado “el puntano”. Prosiguió a esta referencia el detalle cruel de los interrogatorios sobre sus actividades barriales en la organización a la que pertenecía (la Juventud Peronista de base), y su vinculación con el Padre Contreras y el Padre Llorens. 

 

Con respecto al D2, el testigo hizo mención a los ataques sexuales sufridos por sus compañeras detenidas. “El acoso sexual de los policías era una práctica corriente”, sobre esto reconoció y señaló en la sala a uno de los acusados apodado como “el padrino” -se trata del exoficial  Julio Héctor Lapaz.

 

El testigo prosiguió aportando datos sobre las torturas padecidas por otros presos políticos con los que coincidiera en cautiverio, entre ellos Hermes Ocaña, Arturo Galván y Robledo Flores. 

 

Gaitán, permaneció en el D2 desde el 27 de abril hasta el 15 de junio del 76. Luego fue trasladado a  la 8va Compañía de Comunicaciones hasta agosto del 76. En este lugar se refirió a los exoficiales Migno, Pajela, Robles, Largacha y el Monseñor Rey, ante quien denunciaban las torturas sufridas por los presos políticos.  

 

Posteriormente fue trasladado a la U9 de La Plata,  donde pudo declarar ante el juez Guzzo, con la defensa de su abogado, el Dr. Raúl Baglini (padre). Allí le informaron sobre su imputación por faltar a la Ley 20840 debido a sus actividades sociales en el Barrio Santa Elvira. Gaitán fue sobreseído y quedó a disposición del Poder Ejecutivo Nacional recuperando la libertad recién a mediados de 1977.

 

Tras un nuevo cuarto intermedio solicitado por el Tribunal, las audiencias testimoniales continúan mañana martes 16 de septiembre a las 9.30 con las declaraciones de Edith Arito y Alicia Lucero. Las audiencias son públicas y abiertas a toda persona mayor de 18 años que deseen presenciarla y acredite su identidad.