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Prokófiev, Rajmáninov y Schumann, en el próximo concierto de la Filarmónica


Tras un concierto dirigido por el albanés Oleg Arapi, que llenó el Teatro Independencia, la Orquesta Filarmónica de Mendoza se presentará el próximo viernes 11, a las 21.30. Esta vez, el concierto tiene como invitado al pianista mendocino Fernando Viani y estará bajo la dirección de Natalia Salinas.

El valor de las entradas será de $100 general, $60 estudiantes y jubilados, disponibles en la boletería del Teatro Independencia, de 18 a 21, en Chile y Espejo de Ciudad.

El programa

En la primera parte del programa se podrán escuchar dos obras rusas de extremo colorido y virtuosismo. La primera de ellas es el ballet que escribió Serguéi Prokófiev sobre la historia de Romeo y Julieta. Tras ese momento, la orquesta recibirá a su invitado, el solista Fernando Viani, quien tendrá a su cargo una gran demostración de habilidades como solista en la Rapsodia sobre un tema de Paganini, de Serguéi Rajmáninov.

En la segunda parte del concierto se podrá escuchar la Sinfonía Nº 4 de Schumann, una obra escrita casi un siglo antes que las dos obras rusas de la primera parte. El contraste será importante, al saltar de la experimentación orquestal del siglo XX a la personal visión y orquestación que desarrolló Robert Schumann, quizás “el más romántico de los románticos”.

La directora

La dirección del concierto estará a cargo de Natalia Salinas, una joven directora nacida en Río Gallegos y egresada de la Universidad de La Plata, que ha tenido gran experiencia como asistente de directores de prestigio en las más importantes salas del país y que moldea su carrera como invitada en diferentes orquestas de provincia.

Los próximos compromisos de la orquesta reunirán a importantes visitas internacionales, como el director polaco Jacek Rogala junto al pianista Marian Sobula, el sabado 19, y los internacionalmente galardonados Pinchas Zukerman y Amanda Forsyth, el viernes 25.

Invitados de lujo

Natalia Salinas

Nació en la ciudad de Río Gallegos, donde obtuvo su formación inicial como pianista. Luego se trasladó a La Plata, donde estudió la Licenciatura en Dirección Orquestal, formándose en con el maestro Luis Gorelik en repertorio sinfónico, con el profesor Santiago Santero en música contemporánea y con el maestro Carlos Vieu en ópera y repertorio sinfónico.

Ha dirigido diversas orquestas argentinas y brasileñas y conjuntos de cámara de Francia, Italia, Israel y Argentina. Ha sido asistente de dirección en diversos proyectos del Teatro Colón y del Teatro Argentino de La Plata. También tuvo participación en proyectos del Centro de Experimentación del Teatro Colón, dirigiendo óperas contemporáneas.

Fernando Viani

Fernando Viani egresó de la Escuela Superior de Música de la Universidad Nacional de Cuyo y luego completó su formación en Alemania. Actualmente reside en Suiza, donde se desempeña como docente, mientras mantiene activa su carrera que desarrolla como solista o junto a orquestas y conjuntos de cámara de diferentes partes del mundo.

A lo largo de su carrera ha obtenido numerosos e importantes premios. Durante los últimos 25 años se dedicó a investigar, interpretar y grabar repertorio pianístico, con especial interés en compositores argentinos.

Realizó sus estudios de posgrado en Karlsruhe (Alemania) y más tarde se radicó en Suiza, donde desarrolla una importante carrera de pedagogo mientras despliega su carrera internacional como intérprete, presentándose como solista junto a orquestas alemanas, brasileñas y argentinas y ofreciendo gran cantidad de recitales junto a conjuntos de cámara o como solista en diferentes lugares de Europa y las Américas.

Comentarios sobre las obras del programa

La historia de Romeo y Julieta ha servido de inspiración a innumerables creaciones artísticas. En el campo de la música clásica, compositores como Bellini, Berlioz, Gounod, Tchaikovsky, Benda, Delius y Prokofiev, entre muchos otros, dedicaron óperas, ballets y piezas descriptivas para volver a contar la dramática historia de ese famoso amor prohibido adolescente, quizás también la historia de amor más difundida y celebrada. También hubo, sobre el mismo tema, gran cantidad de canciones y musicales, muchísimas películas, pinturas y grabados, adaptaciones televisivas, etc.

Prokófiev compuso un ballet sobre la historia de Shakespeare, una obra de una dificultad rítmica tan inmensa, que los bailarines se negaban a estrenarla, pero tan llena de colores, que permite al oyente no pensar en lo complejo del ritmo y maravillarse con la paleta infinita de matices que inteligentemente narran la historia con la retórica propia del autor y fuertemente influenciada por las características sociopolíticas de la Rusia de la década de 1930. La partitura fue comenzada en 1935, y el estreno tuvo lugar en la República Checa en 1938. El compositor se había mudado a los Estados Unidos unos años antes, pero en el momento en que compuso esta obra, estaba intentando volver a Rusia, por lo cual pretendía ser agradable desde todo punto de vista, aunque no lo logró.

La obra fue comisionada por el ballet del teatro Kirov (San Petersburgo), y Prokófiev preparó algo muy difícil de bailar, por su lenguaje extremadamente moderno, pero que además cambiaba el final original de la historia, haciéndola terminar “bien”, con los amantes vivos y unidos. En realidad, esto era por cuestiones prácticas: si los amantes morían, no podrían bailar. La idea no fue aceptada, y tuvo que cambiar su propuesta de final de la historia. Tras muchos cambios en la música, la obra fue estrenada con mucho éxito en Rusia, y se convirtió en uno de los ballets más programados y bailados del mundo.

Del mismo modo que Romeo y Julieta fue una historia que dio origen a las más diversas composiciones, los preludios para violín solo que escribió Niccolò Paganini sirvieron de tema para gran cantidad de obras, algunas de ellas de autores tan famosos como Liszt, Schumann, Brahms, Ysaye, Milhaud, Szymanovsky, Lutoslavsky y Rajmáninov. De este último compositor, en este concierto de la Orquesta Filarmónica de Mendoza podremos escuchar su Rapsodia sobre un tema de Paganini. El tema es del Capricho Nº 24, el último de la serie. Es una obra de gran brillo y virtuosismo. El propio compositor, al terminarla, escribió una carta en la que hablaba de la extrema dificultad de la obra, y de su longitud, que la hacía semejante a un concierto para piano y orquesta. Estrenada por él mismo en 1934, fue luego interpretada gran cantidad de veces por su autor, siendo incluso la última obra que tocó en su vida.

Rajmáninov, como pianista, conocía muy bien el instrumento y sus posibilidades, y en esta rapsodia –que en realidad es una serie de variaciones para piano y orquesta– aprovechó al máximo las posibilidades expresivas y virtuosas del instrumento, por lo que algunos dicen que es su “5º concierto para piano y orquesta”.

La última obra de este programa, la Sinfonía Nº4 en re menor, op. 120, de Robert Schumann, es la más antigua de las tres que se escucharán en este concierto. Fue estrenada en 1841, revisada y reestrenada una década más tarde. La viuda de Schumann diría, al final de sus días, que el estreno fue en realidad un boceto, y que la verdadera obra fue la de 1851, aunque los especialistas en el tema niegan esta teoría.

El estreno de la obra fue un fracaso, aparentemente porque esa misma noche tocaban dos virtuosos del piano: Clara Schumann (la esposa del compositor) y Franz Liszt, quienes opacaron el brillo de la sinfonía. Además de eso, la obra  recibió muchas críticas por su orquestación y por su falta de argumento: es una obra verdaderamente abstracta. Durante mucho tiempo se pensó que esa aparente idea de orquestación “mala” debilitaba a la obra. Sin embargo, cada vez se sabe más de la admiración que sintieron algunos personajes de la historia de la música respecto de esta obra –Brahms, por ejemplo–, y al estudiar el criterio de orquestación, se encuentra también la idea –necesaria– de que la obra es especial porque no sigue al canon, sino que se rige por leyes colorísticas propias.