Se celebró la ceremonia y ofrenda a la Pachamama


El Parque de los Pueblos Originarios, ubicado en el Parque General San Martín, fue el escenario donde la comunidad mendocina realizó el ritual que agradece los frutos de la tierra, se solicita prosperidad y salud para el año venidero.

En conmemoración, el 1 de agosto, del Día de la Pachamama, se realizó la tradicional ceremonia ancestral de agradecimiento a la Tierra, entendida no solo como suelo, sino como un ser vivo que representa el universo, el tiempo y el espacio. Esta fecha marca el inicio de un nuevo ciclo agrícola y espiritual, en el que los pueblos originarios honran a la Madre Tierra por los frutos, la abundancia y la vida que ofrece.

Participaron referentes de pueblos originarios de Mendoza, el subsecretario de Cultura, Diego Gareca, y miembros de su gabinete; alumnos del Colegio Universitario Central (CUC); la vicedirectora, Silvina Bonfanti; la profesora Lorena Nievas, als preceptoras Miriam Cruz y Claudia Pablov; Ignacio Haudet, director provincial de biodiversidad y su equipo; el cónsul adjunto de Chile, Sergio Marinkovic; la cónsul de Bolivia, Mónica Álvarez, y alumnos Escuela Hogar Eva Perón.

El nombre Pachamama proviene del quechua, de pacha (espacio, tiempo, universo o mundo) y mama (madre). Adorada en los Andes y arraigada en la mitología inca, Pachamama es la diosa de la fertilidad, responsable de la siembra, la cosecha, la formación de montañas y de la vida en la tierra. Es nuestra casa compartida, donde seres humanos, animales y plantas coexisten en armonía con todas las fuerzas de la naturaleza que componen el ambiente: el aire, el agua, el suelo y los vientos.

En esta celebración, las comunidades se reúnen para llevar a cabo rituales ancestrales de agradecimiento. Estos rituales, que se han mantenido vivos durante miles de años, reflejan la profunda conexión con la naturaleza y el principio de reciprocidad, eje de la cosmovisión andina. Según este principio, es vital devolver a la Madre Tierra lo que ella nos ha proporcionado durante el año, para mantener el equilibrio entre los seres humanos y el entorno natural.

El rito principal consiste en cavar un hoyo en la tierra, simbolizando la boca de Pachamama, donde se colocan ofrendas como alimentos, agua, coca, chicha e incluso artesanías. Antes de iniciar el ritual, los líderes de la comunidad, a menudo los miembros más ancianos, solicitan permiso a sus ancestros y a las energías del lugar para abrir este espacio sagrado. Luego, entierran las ofrendas y colocan un montículo de piedras y flores sobre la tierra, que se convierte en el centro ceremonial.

Tras completar el ritual, la comunidad agradece a la Madre Tierra por el buen tiempo, los animales y las cosechas. También le piden protección para el año venidero y abundancia continua.

Las celebraciones continúan durante todo el mes, donde los pueblos andinos realizan ofrendas para devolver a la tierra lo que nos ha dado durante todo el año.